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  • Andrés Zamora

El método de Sherlock Holmes para el movimiento social



Sherlock Holmes, el detective más famoso y genial de la historia literaria. Su capacidad para interpretar la realidad y solucionar misterios para que la justicia alcance a los criminales, sigue fascinando a niños y adultos en todo el mundo. Hasta el SubComandante Galeano expresó su admiración por Holmes1. Pero ¿De dónde provienen los poderes de Sherlock Holmes? Sin duda, del método inductivo.


La lógica inductiva (al igual que la filosofía empirista) es una cualidad de lo que en occidente llamamos ciencia. Al menos en las ciencias naturales, el método inductivo consiste en primero observar los fenómenos y sistematizar los datos, para después desarrollar una hipótesis que se someterá a prueba ante la realidad. La forma contraria de la inducción se llama deducción, la cual consiste en formular primero una oración preconcebida racionalmente a manera de hipótesis y posteriormente buscar las evidencias que la sustenten.


Sherlock Holmes lo explica de manera más elegante en “Un escándalo en Bohemia”, cuando le indicaba la diferencia entre el método inductivo y el deductivo a su amigo-colega John Watson:

“—No tengo datos todavía. Es un error capital tratar de formular teorías antes de tener datos. Insensiblemente, uno empieza a retorcer los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de que las teorías se adapten a los hechos.” 2


Holmes era un inductivista. De ahí la potencia de su acción práctica en sus múltiples aventuras. Y aunque se trate de un personaje ficticio creado por Arthur Conan Doyle, la vigencia del método inductivo sigue siendo patente en todos los órdenes de la vida humana en los que nos propongamos entender la realidad. Esto tiene una importancia central en la labor del movimiento social y las organizaciones políticas. Mientras más claridad tengamos para entender la contradictoria realidad que se despliega frente a nosotros, mejores apuestas prácticas podremos impulsar para transformarla.


Estos tiempos de crisis múltiples albergan posibilidades para construir un mejor mundo. Es obligación de los movimientos sociales y las organizaciones políticas hacer germinar esas posibilidades. Sin embargo, esos potenciales se ahogan por la incapacidad para leer adecuadamente la dialéctica de la realidad. Esto se debe a que una parte de su dirigencia sigue utilizando el método deductivo: Tratan de forzar al Pueblo a adaptarse a sus estrategias (que ya han fracasado más de una vez), en lugar de adaptar sus estrategias al flujo y dinámicas de las masas, como sería de esperar en una lógica inductiva.


Ejemplos de lo anterior se dieron durante las elecciones presidenciales de 2018 en México. Una parte de la izquierda optó por volverse ciega y muda ante la coyuntura, a pesar de que en esos momentos una inmensa masa del pueblo mexicano se movilizaba electoralmente en busca de una transformación del país, sólo por considerar liberal-reformista esa salida. Los resultados están a la vista: Quienes se incorporaron de alguna forma a la contienda electoral, ahora tienen mayores posibilidades de disputa por el sentido común de la sociedad mexicana. Ya sea que lo hicieron en contra del principal candidato de oposición, AMLO, como es el caso del EZLN-CIG que impulsó la candidatura de MaryChuy. Ya sea en apoyo de AMLO pero sin subordinarse a morena, como muchxs compañerxs que ahora tienen mejores condiciones para impulsar cambios a nivel local, por que ganaron cargos públicos y/o lograron posicionarse a nivel mediático en sus poblaciones.


En ese orden de ideas, tenemos que quienes plantearon una táctica ambigua ante la coyuntura electoral sufren un impotente aislamiento social. Dicho sea de paso, el método deductivo con el que esas dirigencias plantean sus tácticas y estrategias también fomenta la desintegración de sus núcleos regionales, pues han forzado a las bases a seguir rutas en las cuales no están dispuestas a caminar. También conduce al autoritarismo y sectarismo, pues quienes no coinciden con sus formulaciones teóricas son tomados como traidores o enemigos; la vieja recete de “atrás de mí o contra mí”. No entienden lo que pasa en la realidad social, tampoco en sus propias filas.


Y así podrían citarse decenas de ejemplos. El método deductivo tan despreciado por Sherlock Holmes, sigue aplicándose sin descanso por distintas organizaciones. Siguen imponiendo sus planteamientos sobre la realidad de una población que se mueve en otro camino, sin antes tratar de construir una narrativa que irradie al resto del conjunto social. Llaman a la unidad nacional bajo esquemas inviables y sin fortalecer un trabajo de base que los legitime socialmente. La situación del movimiento social y las organizaciones de izquierda es una catástrofe. Ante eso valdría la pena replantearse las cuestiones básicas de aquel fantástico detective: ¿Ajustaremos nuestras teorías a los hechos? O acaso ¿Preferimos ajustar los hechos a nuestras teorías?


1 SupGaleano. 2016. “Algunas Primeras Preguntas a las Ciencias y sus Conciencias”:

2Arthur Conan Doyle. “Un escándalo en Bohemia”:

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