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Jamaiquita: El despojo sistemático

 By: Sandra Celis

11 de noviembre de 2014.- El mercado Jaimaiquita, en la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México, adoptó su nombre porque ahí fueron reubicados comerciantes que provenían del famoso mercado de flores de Jamaica, cuando parte de su estructura colapsó en los sismos de 1985.

 
Ante el abandono del gobierno, que poco o nada ha invertido en el espacio donde se reubicó parte de los locales del mercado Jamaica, muchos de los propietarios han intentado mejorar ellos mismos la estructura, invirtiendo en metal, tornillos, soldaduras y cortinas, pero los escasos recursos con que cuentan apenas les dan para mantener a su familia, imposibilitando mejorar su espacio de trabajo. El mercado más parece un tianguis, pues pese a sus esfuerzos éste sigue estando sobre terracería y la mayoría de las construcciones son de lámina de chapopote, madera y paja, entre otros materiales combustibles, que ponen en alto riesgo tanto a los locatarios como a sus clientes.


Después de casi tres décadas de la reubicación, apenas a finales de 2013 fue que el Gobierno del Distrito Federal por fin planteó una propuesta para la zona donde se encuentra Jamaiquita; pero ésta no es en beneficio de los propietarios. En el transcurso de ese año, el GDF anunció que conseguiría, a través de empresas privadas, una inversión de 300 millones de pesos para los poligonales de la Central de Abastos. Esas empresas se quedarían con 15 mil metros cuadrados del terreno, donde podrían construir una plaza si en el resto del lote invertían en la construcción de infraestructura para Jamaiquita. El director y administrador del Fideicomiso Central de Abastos (Ceda), Julio César Cerna, aseguró orgulloso que “este moderno mercado (…) no le costará al gobierno”. Todo este proceso ocurrió sin que los locatarios fueran consultados en ningún momento, aunque se manifestaron en contra desde un principio y clamaron porque se les tomara en cuenta. 


Jamaiquita, entre muchos otros 


Hay que decir que Jamaiquita es sólo uno de tantos proyectos que se tienen para la ciudad entera, mismos que planean una reconfiguración completa del espacio en beneficio de la clase alta y en detrimento de los más pobres. Prueba de ello es que, poco más de medio año después de la primera propuesta, en septiembre de 2014, una nota del diario La Jornada anunció los planes  –un tanto modificados – del Fideicomiso Ceda y el GDF: ahora no sólo se invertirá el doble de lo acordado, es decir, 600 millones de pesos, sino que además se construirán torres de lujo que albergarían un call center, hoteles y “áreas de tipo gourmet que sustituirán a las cocinas”. Así también, los funcionarios del Ceda aseguran que en la primera etapa del proyecto reubicarían a los 450 comerciantes en un área donde actualmente hay 270 viviendas que ellos llaman “irregulares”. Con cinismo, el director de proyectos del Ceda, Pablo Ontiveros, destacó que ello es posible porque se trata de “un terreno ubicado en el polígono de la Central”, y agrega que “jurídicamente podríamos desalojar a un grupo de 25 personas que están en contra, pero no es la intención”. Así que el ataque no es sólo contra los locatarios, sino contra las  familias que rentan las viviendas circundantes, las cuales están en riesgo inminente de ser demolidas sin reparo alguno.

 
El problema a gran escala


Sin embargo, el problema va más allá todavía: Pronto veremos los alcances de una afectación impune a más de mil personas por parte de empresas privadas y del GDF, llevada a cabo bajo la máscara del “progreso” y la “modernización”. Este gran negocio no afecta sólo a los locatarios y a las familias de la zona, sino que significa, también, una serie de políticas llevadas a cabo por la clase gobernante, sujeta, además, a seguir la directriz de los países centrales, dueños del capital más avanzado. Es una nueva forma de imperialismo donde la conquista se lleva a cabo sometiendo a los países tecnológicamente más atrasados, con la industria menos desarrollada y donde los índices de pobreza son los más altos. Esto pone a disposición del capital a países como México, donde el saqueo ha sido brutal y se han puesto en venta de forma dramática todos los recursos, desde la tierra y el agua hasta la mano de obra de jóvenes precarizados del campo y la ciudad, generando olas de migración y ejércitos de gente desempleada. 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esto es a lo que el geógrafo David Harvey llama la acumulación por desposesión, y se trata de un proceso por el cual el capital asegura su existencia por cortos periodos de tiempo antes de que suceda la próxima crisis, más violenta que su predecesora. Eso es justamente lo que estamos viviendo hoy en México, a lo largo y ancho de toda la república, en el marco de un reajuste de las condiciones económicas y políticas en todo el mundo y que se ha consolidado en nuestro país desde la firma al Tratado de Libre Comercio (TLCAN)  en 1994. 

Esto no es casual; se trata del correlato de la crisis generada por una sobreproducción y un excedente de fuerza de trabajo en los países más desarrollados (industrial y tecnológicamente), cosa que los obliga a expandir geográficamente sus capitales a los países de América Latina, Asia y África, para evitar caer en una crisis definitiva al ya no poder invertir en sus propios países todo lo que producían. Esto llevó a que México firmara el  TLCAN, cosa que significó el vuelco total a una economía neoliberal por parte del Estado mexicano, cuyos gobernantes han estado dispuestos a privatizar todo lo privatizable y a vender todos y cada uno de los recursos del país, incluidas sus mujeres e incluidos sus hombres como mano de obra barata.


Volviendo a lo nacional…


En la Ciudad de México estas condiciones de expansión geográfica del capital se pueden apreciar en las constantes reconfiguraciones que sufre la metrópoli, incluida la del mercado Jamaiquita. De otro modo no podría explicarse que un terreno que hace 30 años sirvió para deshacerse y dejar en el olvido a los locatarios desposeídos del mercado de Jamaica, de pronto se convierta en un espacio dónde invertir capitales nacionales y trasnacionales. Este proceso ocurre en todas las grandes ciudades del planeta y tiene como fin el paliar la crisis del sistema capitalista y evitar su total colapso, dejando caer todo el peso sobre nosotros: los habitantes de una ciudad que no tiene un solo mecanismo democrático efectivo, obligando a aceptar una planeación urbana que nada tiene que ver con nuestras necesidades. 


En la zona circundante de la Central de Abastos se han erigido recientemente un centro comercial (Parque Tezontle), así como una tienda departamental (Fábricas de Francia), ésta última inaugurada por el propio director del Fideicomiso Ceda. Ello revela que la zona está proyectándose para la clase alta, porque además hay una alza en la inversión de capitales en infraestructura de plazas, centros comerciales y supermercados; así como inversión en caminos, puentes y autopistas, como en el caso de la Autopista Urbana Oriente que atravesará las delegaciones de Iztapalapa, Iztacalco, Xochimilco y Tlalpan, afectando directamente viviendas, negocios, parques, lagos y reservas ecológicas. 
 
Idénticas condiciones están dándose en toda la ciudad, como es el caso de la delegación Azcapotzalco, donde aún resisten al despojo 26 barrios originarios. En uno de ellos, el de Santa Bárbara, comenzó a construirse hace cinco años, durante la gestión de Marcelo Ebrard, la Arena Ciudad de México, en el antiguo terreno del Rastro de Ferrería; este proyecto ha afectado directamente al ya mencionado barrio de Santa Bárbara y al de Santa Catarina, donde los prediales van en aumento y la calidad de vida en detrimento. Estos y muchos otros barrios luchan hoy por impedir la invasión por parte de los grandes capitales, que ven en su territorio una oportunidad de inversión y de especulación financiera e inmobiliaria a través de la construcción de altos edificios de viviendas y oficinas.


Debe resaltarse que el Estado apoya estas iniciativas, moldeando las leyes según los intereses de las empresas, impulsando desde la Asamblea Legislativa del Distrito Federal la aprobación de las normas 30 y 31 con el fin de dar rienda suelta a la construcción de torres de lujo y edificios sin límite de espacio ni altura, entre otras facilidades para los inversionistas. Todo esto afecta directamente a los pobladores de los pueblos originarios y coloniales, amenazando sus tradiciones, su cultura y su vida misma. Esto sucede también en comunidades de estados como Puebla, Durango, Guanajuato, Chiapas, Oaxaca, Hidalgo, entre otros,  generando una ola de resistencia y lucha ante lo que es una vil embestida del Estado y el capital. 


Nuestra solidaridad debe ir para con quienes sufren, directa o indirectamente, de esta violencia política y económica, entre ellos los trabajadores de Jamaiquita y los locatarios de otros mercados que están en riesgo de desaparecer por estas lógicas aberrantes. Debemos defender nuestros mercados, así como nuestros pueblos, barrios y colonias en Azcapotzalco, Iztapalapa y otras delegaciones. Es la lucha por el territorio, por el lugar donde vivimos, por aquello que es nuestro. Y esta lucha no podrá ganar ante la rapiña y la barbarie del capital si no es conjunta, y si no crean vínculos entre todos los afectados que logren reunir toda nuestra energía transformadora en un proyecto más grande que el de ellos, los despojadores. Se trata de que levantemos un proyecto político a largo plazo que tenga como meta preservar la vida y la dignidad. 


Referencias:

Gómez Flores, L. (15 de septiembre de 2011). Jamaiquita será convertido en moderno mercado: Ceda. La Jornada. Recuperado de http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/09/15/jamaiquita-sera-convertido-en-moderno-mercado-ceda-2741.html


Arellano, S. (29 de enero de 2014) Invertirán 300 mdp en mercado Jamaiquita. Mileno. Recuperado de http://www.milenio.com/df/Invertiran-mdp-mercado-Jamaiquita_0_235776436.html


Construirán el nuevo mercado Jamaiquita (22 de octubre de 2013), Fideicomiso para la construcción y operación de la central de abasto de la Ciudad de México, Boletín no. 153, México.


Harvey, David. El nuevo imperialismo, Akal, 2004, España.
 

 

"De otro modo no podría explicarse que un terreno que hace 30 años sirvió para deshacerse y dejar en el olvido a los locatarios desposeídos del mercado de Jamaica, de pronto se convierta en un espacio dónde invertir capitales"

Así luciría el mercado, según el Ceda (Imágen: La Jornada)

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