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Marat/SADE, UN DIÁLOGO MEDIADO

POR LA LOCURA

 By: Sandra Celis

05 de mayo de 2017.- Estamos a 80 años de distancia de que Pablo Picasso pintara el mural Guernica. La catástrofe social que lo inspiró, más allá de superarse, parece profundizarse al pasar del tiempo. El título de este mural, que fue encargado por el aquel entonces Director General de Bellas Artes, Josep Renau, y a su vez pedido a él por el Gobierno de la Segunda República Española, alude al bombardeo de Guernica del 26 de abril de 1937. 


Este acto criminal fue cometido sobre la población española de Guernica por la Legión alemana Cóndor y la Aviación Legionaria italiana. Tanto Alemania como Italia luchaban por el derrocamiento del gobierno de la Segunda República y la instauración de un gobierno fascista en España que se alineara a los intereses políticos que perseguían tanto ellos como otras naciones europeas.


El objetivo de que Picasso realizara un trabajo sobre la guerra era el de poder exponerlo y atraer la atención de la comunidad internacional sobre la Guerra Civil en España, así como ganar partidarios para la causa republicana de dicho conflicto. Lo que el mundo del arte quiere comprender ahora, 80 años después, es el drástico cambio que experimentó la obra picassiana y que tuvo su cénit en el Guernica. 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin duda no se trata de una burda cuestión de estilo, ni se le puede achacar únicamente a las influencias estéticas que en ese entonces tuvo Picasso. Así que, si se quiere realmente comprender el porqué de esta ruptura estética, es imprescindible la historia. Sin contexto histórico no hay forma de comprender al sujeto. Lo que hace, por qué lo hace, cómo lo hace, cómo pinta; todo ello no es realizable fuera de las relaciones sociales que lo cohesionan. Buscar por otro lado no dará sino un resultado incompleto y lleno de equívocos.


 

 

Aprehender los sucesos históricos sirve no sólo a la mejor comprensión del arte, sino a la de cualquier cuestión social. Incluso amplía lo que entendemos por cultura, pues, vista desde un enfoque histórico, la cultura aparece no sólo como una esfera particular y restringida en su especificidad, sino también como un ámbito donde se desenvuelve el ser social en su conjunto. Esto da como resultado un sinfín de creaciones diversas a lo largo de la historia que no remiten sólo a la producción del arte, sino a la producción y reproducción de la sociedad en su totalidad.


Así que, antes que pintor, Picasso fue un ser social. Dicho esto debemos decir que, como artista, el andaluz destacó por una técnica por demás excelsa y una obra rica en estilos y contenidos: desde un Picasso íntimo, erótico y privado, hasta el que se dio a la tarea de pintar el Guernica, un cuadro que despierta angustia, terror y que emite sonidos de alaridos y dolor. Un cuadro que va acorde a un contexto histórico de guerra y del fin de “una larga época de paz burguesa”, como afirma el historiador de arte Timothy Clark, autor del libro Picasso and truth: From cubism to Guernica.


c. La pregunta que cabe es: ¿Cómo iba a permanecer un pintor como él tan íntimo y personal en medio de un turbulento devenir histórico como el de aquel entonces? Lo absurdo sería pensar que la barbarie no conmoviera a los artistas y los llevara a transformar su obra.

"(...) vista desde un enfoque histórico, la cultura aparece no sólo como una esfera particular y restringida en su especificidad, sino también como un ámbito donde se desenvuelve el ser social en su conjunto. "

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