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Texto y fotografía por: Eduardo Zenteno

15 de Agosto, 2014.- Desde 1573 han tratado de arrebatarnos a nuestra madre tierra. Ahora podemos decir que ya aprendimos, que organizado y unido el pueblo puede detener los planes gubernamentales con los que quieren acabarnos.


 América del Valle.


...Pero hay mujeres que renuncian a la comodidad del engaño y deciden salir a luchar, conscientes de que sin ellas cualquier resistencia es inútil. Así lo entendió América del Valle en su lucha contra el despojo en Atenco. Porque la lucha sólo puede ser codo a codo cuando se entiende que lo que busca la clase dominante es acabar con todos nosotros, como bien dice América. Su padre, Ignacio del Valle, asegura que jamás podrán encerrar la libertad de su espíritu, y que fue ella, junto con las demás mujeres, quienes mantuvieron vivo el movimiento del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. 


Atenco es un caso emblemático, pues por defender su tierra más de una veintena de mujeres de Atenco fueron golpeadas, violadas y humilladas en los enfrentamientos con las fuerzas represoras del Estado en mayo del 2006. Esto muestra que cuando las mujeres asumen su papel en la lucha deben enfrentarse también al hecho de que, en caso de perder, o durante cualquier enfrentamiento, serán un botín de guerra y sufrirán de abusos sexuales a la primera oportunidad por parte de la fuerza policiaca y militar; éste, sin duda, es un mecanismo de opresión física y mental desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, esto no fue suficiente para amedrentar a las mujeres de Atenco; antes al contrario, pues la rabia sólo se acrecentó ante tales aberraciones. 


¡Fogata con fogata, vecino con vecino!    


Otro lugar donde las mujeres lo han arriesgado todo es Cherán. Las protagonistas de la insurrección en este pueblo michoacano, que desde el 15 de abril de 2011 decidió poner un alto a la tala ilegal en sus bosques, han asumido con valentía su papel. Ellas, ahora, resisten en las fogatas y barricadas. Su labor ha fomentado nuevas formas de gobierno autónomo, erradicando la violencia e incentivando la cultura purhépecha dentro de la comunidad. A diferencia de los hombres, aseguran, ellas están dispuestas a morir en el bosque para “no permitir la muerte de un solo árbol más”. 
 

 

¡Cuando una mujer avanza no hay hombre que retroceda!


Estas mujeres asumen las consecuencias e inventan y reinventan sus comunidades sin temor, igual que las mujeres de Oaxaca durante el movimiento que derivó en la conformación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006. Ellas fueron un ejemplo de que no hay barreras infranqueables cuando de resistir se trata, y que pueden hacer suyo cualquier medio necesario para difundir sus demandas. Así ocurrió el primero de agosto de 2006, cuando dos mil mujeres tomaron las estaciones de radio 96.9, de frecuencia modulada, y 680, de amplitud modulada, así como el Canal 9 de televisión, debido a que la directora de la Cortv, Mercedes Rojas Saldaña, no dio autorización para que transmitieran un mensaje. Durante 17 días las mujeres hicieron suya la estación hasta que policías y porros destruyeron las antenas y aparatos del lugar en un cobarde ataque realizado la madrugada del 21 de agosto. Esto no detuvo a las mujeres, quienes aprendieron de dicha experiencia que no sólo sirven para cocinar, lavar y amamantar, sino que son capaces de un sinfín de métodos insospechados cuando de defender su causa se trata.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Se ve, se siente, el Frente está presente!


El Frente Popular Francisco Villa Independiente (FPFVI-UNOPII) es un ejemplo urbano que ha logrado consolidar, en sus más de 30 años de vida, una experiencia única de reapropiación comunitaria. Su trabajo en vivienda, salud y educación no podría llevarse a cabo sin la labor de las mujeres. Ellas brigadean, acuden a marchar y forman parte de las distintas asambleas y comisiones. No hay roles de género: el Frente educa distinto a sus niños y crea en el camino una forma distinta de relacionarse, lo cual culmina en la equidad real de mujeres y hombres. Las consignas no tienen un carácter feminista, sino antes bien es la praxis de la comunidad la que ha llevado al Frente a tener ya implícita la liberación femenina desde esa comunalidad. 

La tierra, el pan y las rosas
     
La realidad nos exige accionar todo nuestro esfuerzo en la construcción de una nueva sociedad y es por ello que miles de mujeres deciden salir a luchar, como todas las citadas anteriormente. Son las que prenden la mecha y mantienen viva la flama, pese a que tengan sobre los hombros todo un hogar que sacar adelante. Entienden que hay una doble y hasta triple explotación que ellas viven día con día, pero que ya no están dispuestas a tolerar. 


Ser mujer, tener hijos, cuidarlos, ir a trabajar, mantener el hogar, alimentar al marido, aguantar sus golpes, vivir con el miedo de ser violada, salir a la calle sin saber si serás la próxima víctima de feminicidio, morir en el intento de abortar… Sobran razones para tomar en nuestras manos la labor de construir, desde la teoría y la práctica, una trinchera feminista y anticapitalista. En ese sentido es claro que no habrá revolución si la de las mujeres no se consuma a la par de la de los hombres. Eso significa trabajar codo a codo, vecino con vecino, como dirían las mujeres de Cherán. 


Aprendamos de estas experiencias para ir más allá del feminismo eurocéntrico y anglosajón, excluyente en sí mismo por sus prácticas; vayamos más allá también de la academia, que si bien ha retomado nuevos discursos desde abajo, no ha sabido salirse de las instituciones de los de arriba. La historia del feminismo ya está escrita y sus pasajes versan sobre la igualdad, en el siglo XIX, el sufragio a principios del XX y la libertad sexual en los 70. La historia que pocos cuentan es la de las mujeres que nos han dejado un verdadero legado de lucha emancipatoria, como las proletarias de la época medieval, las mujeres de la Comuna de París, las obreras revolucionarias rusas, las abolicionistas negras de Estados Unidos, entre otras. Debemos revistar esa historia y sacar conclusiones que nos impulsen a reinventar nuestras formas de luchar. Debemos pensar y re-pensar el papel de las mujeres en los movimientos sociales, ya sea desde las organizaciones feministas o desde esas trincheras donde las mujeres, sin adjudicarse el mote de “feministas”, viven la explotación día con día y tras un sonoro ¡ya basta! organizan a sus pueblos, barrios y comunidades contra las políticas neoliberales. 

Referencias

 

La tierra, el pan y las rosas

II parte

Por: Sandra Vanina Celis

La familia del Valle (Foto: Cuartoscuro)

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