
Picasso: entre lo íntimo y lo Político

By: Sandra Celis
20 de abril de 2017.- Estamos a 80 años de distancia de que Pablo Picasso pintara el mural Guernica. La catástrofe social que lo inspiró, más allá de superarse, parece profundizarse al pasar del tiempo. El título de este mural, que fue encargado por el aquel entonces Director General de Bellas Artes, Josep Renau, y a su vez pedido a él por el Gobierno de la Segunda República Española, alude al bombardeo de Guernica del 26 de abril de 1937.
Este acto criminal fue cometido sobre la población española de Guernica por la Legión alemana Cóndor y la Aviación Legionaria italiana. Tanto Alemania como Italia luchaban por el derrocamiento del gobierno de la Segunda República y la instauración de un gobierno fascista en España que se alineara a los intereses políticos que perseguían tanto ellos como otras naciones europeas.
El objetivo de que Picasso realizara un trabajo sobre la guerra era el de poder exponerlo y atraer la atención de la comunidad internacional sobre la Guerra Civil en España, así como ganar partidarios para la causa republicana de dicho conflicto. Lo que el mundo del arte quiere comprender ahora, 80 años después, es el drástico cambio que experimentó la obra picassiana y que tuvo su cénit en el Guernica.
Sin duda no se trata de una burda cuestión de estilo, ni se le puede achacar únicamente a las influencias estéticas que en ese entonces tuvo Picasso. Así que, si se quiere realmente comprender el porqué de esta ruptura estética, es imprescindible la historia. Sin contexto histórico no hay forma de comprender al sujeto. Lo que hace, por qué lo hace, cómo lo hace, cómo pinta; todo ello no es realizable fuera de las relaciones sociales que lo cohesionan. Buscar por otro lado no dará sino un resultado incompleto y lleno de equívocos.
Aprehender los sucesos históricos sirve no sólo a la mejor comprensión del arte, sino a la de cualquier cuestión social. Incluso amplía lo que entendemos por cultura, pues, vista desde un enfoque histórico, la cultura aparece no sólo como una esfera particular y restringida en su especificidad, sino también como un ámbito donde se desenvuelve el ser social en su conjunto. Esto da como resultado un sinfín de creaciones diversas a lo largo de la historia que no remiten sólo a la producción del arte, sino a la producción y reproducción de la sociedad en su totalidad.
Así que, antes que pintor, Picasso fue un ser social. Dicho esto debemos decir que, como artista, el andaluz destacó por una técnica por demás excelsa y una obra rica en estilos y contenidos: desde un Picasso íntimo, erótico y privado, hasta el que se dio a la tarea de pintar el Guernica, un cuadro que despierta angustia, terror y que emite sonidos de alaridos y dolor. Un cuadro que va acorde a un contexto histórico de guerra y del fin de “una larga época de paz burguesa”, como afirma el historiador de arte Timothy Clark, autor del libro Picasso and truth: From cubism to Guernica.
c. La pregunta que cabe es: ¿Cómo iba a permanecer un pintor como él tan íntimo y personal en medio de un turbulento devenir histórico como el de aquel entonces? Lo absurdo sería pensar que la barbarie no conmoviera a los artistas y los llevara a transformar su obra.
Y eso fue lo que pasó con Pablo Ruiz Picasso, quien además de incursionar en la pintura, la escultura y el grabado, lo hizo también en la política. Fue miembro del Partido Comunista de España y del Partido Comunista francés hasta su muerte, el 8 de abril de 1973. Su relación entre un mundo y otro no es casual: el arte lo llevó a la política y la política lo llevó de vuelta al arte. En Barcelona, ciudad a la que llegó con su familia en 1897, fue testigo de la violencia ocasionada por la guerra y de la explotación a la que eran sometidos los obreros de dicha ciudad. Eso, y su contacto con tendencias políticas como el anarquismo, serían un bagaje permanente que se llevaría a Madrid, a Paris y de vuelta a Barcelona. Además, los sitios que frecuentaría en dichas ciudades lo terminarían por acercar a productores artísticos muy politizados, como el surrealista André Bretón.
Así que Pablo Picasso no fue sólo el de las pinturas escalofriantes, el excéntrico vividor o el mujeriego rapaz. Pablo Picasso fue también un ser humano sumamente sensible que vivió distintos periodos en su vida, los cuales plasmó en su arte. Su “periodo azul”, por ejemplo, fue producto del suicidio de uno de sus mejores amigos, mientras que su etapa surrealista y cubista está mucho más enlazada con los acontecimientos políticos y sociales que ocurrían en la década 1930.
No puede sustraerse, pues, al artista de su realidad. Picasso sufrió en el plano sentimental más íntimo la muerte de su hermana pequeña, el suicidio de su mejor amigo y un sinfín de quebrantos amorosos, entre otras cosas. Tanto ello, como también los heridos, los desaparecidos y los muertos que trajeron consigo las guerras conmovieron hondamente al pintor. De ahí se desprenden los colores, los estilos, las expresiones, las desolaciones, los dolores y todo aquello que Picasso plasmó en sus lienzos.
Todo lo cual se condensa en el Guernica, la obra donde se fusionan arte y política en Picasso y que éste aceptó pintar y exponer en la Muestra Internacional de Paris. Cabe decir que, quizás, no tan prematuro fue su talento en la política como en la pintura, pues ya desde los siete años hacía obras de tal precisión que él mismo se asustaba, y en cambio en la política no parece haber sido un militante constante. Pero Guernica demuestra que fue Picasso un pintor militante, y que supo utilizar al arte como un instrumento de guerra ofensivo contra el enemigo, como el mismo dijera.
Además, demuestra que Picasso fue obra de su tiempo. Y que, a su vez, la obra que plasmó Picasso es un acervo de ese tiempo. Por ahí hay que empezar.
"(...) vista desde un enfoque histórico, la cultura aparece no sólo como una esfera particular y restringida en su especificidad, sino también como un ámbito donde se desenvuelve el ser social en su conjunto. "
Guernica

